
La imagen de la película tan vintage siempre atrajo mi atención y me dió una idea de lo que iba a ver, así felizmente me dispuse a ver un buen filme cuando pasan los créditos y la escena de introducción situada en las calles francesas de los años 50's. Aquí es donde me llevo una gran decepción: el actor comienza su diálogo (una línea cualquiera, irrelevante en la trama) cantando; otra persona le responde igual y es cuando casi me levanto de la silla gritando aterrorizado.
Sí, señor... se trata de un musical, y con lo que me encanta ese género cinematográfico me temía que todo estuviera perdido y mis esperanzas de ver un filme que valiera la pena se comenzaban a desvanecer. Seguí viendo la película a pesar de que TODOS los diálogos son una canción, con el fin de ver si aún así valía la pena; pero esta decepción se acentuó enseguida cuando comencé a empalagarme de romance excesivo. Alerta: obra romántica musical.
Sin embargo no me detuve y terminé por verla completa. ¿Y por qué? Porque a pesar de todo no dejó de transportarme a esos viejos escenarios, buena actuación y sobre todo excelente música; por ahí aparecía un delicioso tango, un exquisito jazz o una melodía triste que se ajustaba a la triste voz francesa de los cantantes.
Veredicto final: recomendada para aquellos románticos que se quieran endulzar el rato; en caso contrario absténganse. No es mala película pero tampoco logró curar mi escepticismo por los musicales. Y yo me pondré a buscar el soundtrack.
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